MI NICARAGUA

MI NICARAGUA
TIERRA DE LAGOS Y VOLCANES

¡Yo quiero a mi Nicaragua!

¡Yo quiero a mi Nicaragua! es un proyecto de activismo que propone la apertura y el resguardo de un espacio libre, positivo y seguro al servicio de todas y todos los nicaragüenses. El propósito principal de este espacio es facilitar el libre intercambio de ideas sobre los problemas que nos agobian a todos; sobre cómo trabajar juntos para forjar una Nicaragua mejor, sobre cómo asegurar un legado positivo para nuestras futuras generaciones. Este recurso está a disposición de todas aquellas personas que deseen expresarse y manifestarse a gusto, sin distinción alguna. Sin embargo que quede claro que el precio de admisión a este espacio son el respeto y tolerancia que nos debemos unos a otros como nicaragüenses y como seres humanos ante todo.

miércoles, 13 de enero de 2010

Diversidad, divino tesoro…

“Nadie se baña en el rio dos veces, porque todo cambia en el rio y en el que se baña.”
Heráclito de Efeso

La diversidad es la clave del éxito de la vida misma. Basta con recordar algunas de las lecciones básicas que aprendimos en biología para entender esto. Los cambios, que por naturaleza acompañan al pasar del tiempo, y las durezas, inherentes en el entorno o ambiente, enfrentan a cada especie ante un gran reto llamado supervivencia. Dicho enfrentamiento solamente puede terminar de una entre dos maneras; o la especie en cuestión evoluciona o deja de existir. Existe un sinnúmero de factores, muchos de ellos incontrolables y totalmente impredecibles, que determinan bien la continuidad temporal de una especie a través de la adaptación y evolución, o su aparentemente inevitable ocaso. Entre estos factores se destaca la diversidad. Un patrimonio genético diverso se relaciona directamente con poblaciones fuertes y una cierta aptitud para sobrevivir, mientras que la falta de diversidad genética tiene efectos negativos en cuestión de adaptabilidad y hace más probable la extinción de una especie. Todos conocemos, de una u otra forma, los peligros de la consanguinidad tanto para un individuo como para una especie.

Consideremos entonces los beneficios de la diversidad dentro del contexto de las riquezas naturales de Nicaragua. Nuestro país constituye menos del 1% de la superficie del planeta, descontando los océanos, sin embargo alberga aproximadamente a 7% de su biodiversidad. En un país relativamente pequeño, tenemos bosque húmedo tropical, bosque seco tropical y bosque nuboso. Asimismo gozamos de playas espectaculares pero diferentes tanto en el Pacífico como en el Caribe. Sumemos a esta ecuación nuestros celebrados lagos y volcanes, y consideremos la gran variedad de cultivos que serían exitosos en los diversos suelos y climas de nuestras diferentes regiones. Queda en claro entonces que la diversidad biológica y la diversidad geográfica son características definitorias de nuestro entorno o ambiente como nicaraguenses. Más aun, resulta fácil concluir que dicha diversidad contribuye considerablemente al enorme potencial nicaraguense del que tanto nos gusta hablar sin poder ir—decididamente—mas allá.

Los beneficios de la diversidad no se limitan a la biología. Muchos de los países más exitosos se caracterizan por sus economías mixtas o híbridas, al igual que por la gran variedad de opciones políticas [Estados Unidos es una clara excepción en esto último] disponibles. Me parece tan obvio que todo tiene su lado positivo y su lado negativo. La diversidad nos permite conocer ambos lados de muchas diferentes ideas, ideologías o sistemas; luego podemos diseñar soluciones híbridas para nuestros problemas. La diversidad nos estimula y nos incentiva a buscar y encontrar los denominadores comunes. Nada sería más sano para nuestra joven democracia que el choque institucionalizado de diferentes ideologías y corrientes, resultando en una definición más incluyente y representativa del interés público y el bien común. Una Nicaragua de todos y para todos. La división de nuestra sociedad a causa de diferencias ideológicas no es más que una vil táctica de manipulación por parte de aquellos quienes buscan, a toda costa, retener el poder para velar por sus propios intereses. Unidos en la diversidad podríamos demandar a toda nuestra clase política que nos rinda cuentas, y podríamos hacer cumplir dicha demanda.

Nuestra Nicaragua goza de una abundante riqueza cultural gracias a la diversidad del legado de nuestros antepasados. Tanto nuestro país como sus habitantes son consecuencia del llamado mestizaje. El mestizaje es el proceso mediante el cual la gente y la cultura existentes en la Nicaragua precolombina se mezclaron con la gente y la cultura propias de los colonizadores para marcar el amanecer de una nueva gente y una nueva cultura. Es imperativo reconocer que este es un proceso continuo, el cual vivimos pero con mayores complejidades incluso al día de hoy.
Además es importante recalcar que el proceso de mestizaje puede ser tan destructivo como
constructivo, razón por la cual resulta doloroso y difícil para algunas de las partes. Le debemos al mestizaje [¿precursor quizás de la globalización?] nuestro Gueguense, las ciudades de Granada y León, nuestro arco iris de frescos y platos típicos, nuestros bailes folklóricos, la variedad de la obra de nuestros artesanos, y la inmensa calidad de nuestra tradición musical y nuestra tradición literaria incluyendo las contribuciones de los Mejía Godoy y Rubén Darío entre tantos otros. No olvidemos las inmensas riquezas culturales que contribuyen a esta mezcla nuestros compatriotas caribeños. Resulta evidente que la diversidad es algo que los nicarag¸enses llevamos en la sangre, y también que forma parte importante del factor humano [¿quizás el más determinante?] de nuestro enorme potencial.

A la misma vez le debemos al mestizaje ciertas costumbres y tradiciones—sobre todo características de nuestras culturas política, social y económica—que han socavado nuestros propios intentos de progresar como sociedad. Irónicamente, en nuestro caso este proceso de diversificación [el mestizaje] produjo un sistema [político, social y económico] excluyente y aislante, dentro del cual la diversidad es mal vista e incluso suprimida. Y así comenzó nuestra ineludible tradición de gobiernos que velan por los intereses de unos pocos a costas del interés publico. Y así nacieron las brechas sociales que nos quebrantan y debilitan como un ente colectivo capaz de hacer frente a todos los otros intereses que existen, en nombre del bien comán. Y entonces nos resignamos y renunciamos a la posibilidad de utilizar a la política como una herramienta para forjar una sociedad acorde a nuestros valores compartidos. Y entonces le dejamos la política como industria propia a hombres como Arnoldo Alemán, Daniel Ortega, y todos sus antecesores. Si reflexionamos un poco nos damos cuenta que renunciamos de forma pasiva a nuestro derecho y deber como ciudadanos nicarag¸enses; nuestro derecho y deber de fijar las metas del estado y monitorear el desempeño del mismo, tomando siempre en cuenta la diversidad total que nos caracteriza.

Se podría decir que el destino o quizás la providencia nos doto a los nicarag¸enses con la diversidad [biológica, geográfica, cultural, demográfica] necesaria para enfrentar los estragos del tiempo y las durezas de nuestro entorno, emergiendo más fuertes. Sin embargo, nos hemos traicionado a nosotros mismos al nunca lograr que nuestras voces, unidas en la diversidad, dicten nuestro proyecto social colectivo. Las voces que nos representan no son ni diversas ni independientes. Peor aun, se resisten al cambio. ¡Claro! ¿Por qué les interesaría a dichas voces que las cosas cambien? El oficio de político es muy cómodo en Nicaragua; no le rendís cuentas a nadie o casi a nadie, y te metés buen billete. Pero a nuestros políticos les va a fallar el cálculo más temprano que tarde. El tiempo pasa y todo cambia, y la diversidad de nuestras opiniones y nuestras ideas y nuestras aspiraciones y nuestras expectativas, va creciendo y buscando cómo y adónde expresarse. No nos pueden burlar o silenciar a todos. No pueden tapar al sol con un dedo.
Y la verdad es que a estas alturas los dinosaurios que son la mayoría de nuestros políticos están
al tanto de esto. Es por eso que se apuran al acumular cuanto más poder o dinero o influencia [que parecen ser la misma cosa] puedan antes de que se de una transición generacional que jamás podrían llegar a controlar.

Cada vez que fijo la mirada en nuestro horizonte colectivo me siento optimista, porque se que al paso del tiempo nada le detiene, y tengo fe en las numerosas y diversas voces de todos aquellos dispuestos a trabajar por una mejor Nicaragua. Quisiera concluir notando que la oportunidad [apertura, transición] que buscamos no es tan rara; de hecho ya hemos desperdiciado oportunidades similares en el pasado reciente. Pero para que esta vez las cosas sean diferentes debemos de trabajar, juntos, y forzar la apertura que necesitamos para que nuestra diversidad se convierta en agente de nuestro progreso. No esperemos que nos caiga del cielo, o que el ciclo actual alcance su caducidad, antes de actuar. Demostremos desde ya, ante las repetidas ofensas de nuestra clase política sin excepciones, que la ciudadanía nicarag¸ense puede velar por el interés publico. Comencemos por atesorar nuestras diferencias ideológicas, inyectemos a nuestro sistema [político, social y económico] de esa diversidad que corre por nuestros ríos y nuestras venas.

CORTESIA DE "EL BUEN CHAVALO"