MI NICARAGUA

MI NICARAGUA
TIERRA DE LAGOS Y VOLCANES

¡Yo quiero a mi Nicaragua!

¡Yo quiero a mi Nicaragua! es un proyecto de activismo que propone la apertura y el resguardo de un espacio libre, positivo y seguro al servicio de todas y todos los nicaragüenses. El propósito principal de este espacio es facilitar el libre intercambio de ideas sobre los problemas que nos agobian a todos; sobre cómo trabajar juntos para forjar una Nicaragua mejor, sobre cómo asegurar un legado positivo para nuestras futuras generaciones. Este recurso está a disposición de todas aquellas personas que deseen expresarse y manifestarse a gusto, sin distinción alguna. Sin embargo que quede claro que el precio de admisión a este espacio son el respeto y tolerancia que nos debemos unos a otros como nicaragüenses y como seres humanos ante todo.

martes, 16 de febrero de 2010

Trabajo en equipo: Plan Vivienda

“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.” Albert Camus

Casi todos estamos al tanto sobre la importancia del trabajo en equipo. Aquellos de nosotros a quienes nos gusta practicar o observar algún deporte, sabemos que trabajando en equipo hay mayores posibilidades de victoria. Sin embargo la relevancia y beneficio del trabajo en equipo no se limitan a los deportes. Debemos de trabajar en equipo para formar familias sólidas y asegurar un mejor futuro para nuestros hijos. Debemos de trabajar en equipo para rendir al máximo en nuestro trabajo. Debemos de trabajar en equipo para enfrentar grandes retos. Debemos de trabajar en equipo incluso para divertirnos al máximo. Los humanos somos seres sociales y hasta vivimos en equipo. Pero, ¿por qué es tan importante el trabajo en equipo? Trabajar en equipo significa priorizar el interés colectivo; el bien del equipo debe de estar por encima del bien individual de cada uno de sus integrantes. Esto requiere de compromiso, responsabilidad y sacrificio. Asimismo, significa que cada integrante debe de rendir cuentas ante sus compañeros. El trabajo en equipo es crucial para alcanzar el éxito, y además nos inculca ciertas virtudes verdaderamente primordiales para progresar.
Consideremos el trabajo en equipo dentro del contexto social, económico y político de nuestro país. Todos los nicaragüenses compartimos un futuro en común, habitamos el mismo territorio geográfico, y dependemos de un mismo sistema [social, económico y político] que influencia nuestras circunstancias y oportunidades. Queramos o no, somos un equipo a pesar de que no sabemos trabajar como tal muy bien. Pocas veces hemos logrado trabajar en conjunto para beneficiar a futuras generaciones. Es por eso que a día de hoy Nicaragua no ha logrado realizar su quimérico potencial. El egoísmo y la desconfianza han sido nuestros peores enemigos. No saldremos adelante hasta que aprendamos a compartir las tareas colectivas más duras y difíciles. El construir sociedades exitosas es algo que—como todo en la vida—requiere de tiempo, esfuerzo y dedicación. Nos hemos fallado a nosotros mismos, y la Nicaragua en la que vivimos nos deja en evidencia. Solo trabajando en equipo cosecharemos la confianza mutua y lograremos el enfoque integral necesarios para hacer de Nicaragua un éxito rotundo.
Hace varias semanas Bayardo Arce presentó su plan para combatir el déficit habitacional que sufre Nicaragua. El denominado Plan Vivienda consiste de una gran alianza pública-privada [léase trabajo en equipo] para impulsar proyectos de vivienda de interés social y a la vez facilitar el acceso al financiamiento necesario para que más familias nicaragüenses vivan en condiciones adecuadas. Los principales integrantes de dicha alianza son la banca privada, el INSS y los constructores de nuestro país. Bajo el liderazgo del Sr. Arce el gobierno ha logrado coordinar el trabajo en equipo entre estos y varios otros actores, promoviendo una noción integral de lo que es el bien común. En realidad es simple. El propósito principal de esta iniciativa es velar por el bienestar del sinnúmero de familias nicaragüenses que viven en malas condiciones; sin embargo resulta obvio que desde la banca privada hasta los constructores, todos los actores salen ganando con este plan. Y a eso debemos de sumar los beneficios indirectos del plan; estimula el comercio y crea trabajos.
El Plan Vivienda propone la construcción de aproximadamente 5,000 viviendas de interés social en el 2010. ¡Que alentador contemplar una meta realista y no uno de los disparates a los que estamos históricamente acostumbrados! El plan se ejecuta con un fondo de 90 millones de dólares al que aportan partes iguales la banca privada y el INSS. En esencia esta empresa es una sociedad [léase trabajo en equipo] entre el sector privado y el sector público para resolver un gravísimo problema social. Estamos estableciendo un precedente muy positivo. Las viviendas programadas cuestan aproximadamente 20 mil dólares, y se pagan con una tasa de interés del 8% con un plazo de 20 años. Es decir, los nicaragüenses que ganan entre 10 mil y 15 mil córdobas mensuales pueden comprar estas casas pagando en cuotas de aproximadamente 3 mil córdobas. ¡Por fin un empujón para la clase media y trabajadora de nuestro país!
Este plan es un rayo de luz en la oscura noche de pobreza y subdesarrollo que nos consume desde hace tanto tiempo. Es una iniciativa que, en teoría, destaca por incluyente, innovadora y pragmática. El Plan Vivienda puede marcar el inicio de una nueva forma de hacer las cosas en Nicaragua. Y es que al proponer una alianza pública-privada como el instrumento para ejecutar tan grande y necesaria labor, el Sr. Arce abrió las puertas hacia un futuro en el cual todos los sectores de nuestra sociedad podrán trabajar juntos, entre ellos y con el estado, para resolver los problemas reales de los nicaragüenses. A sabiendas o no, Bayardo Arce ha desatado un proceso mediante el cual se liberaliza la toma de decisiones importantes sobre nuestro futuro colectivo. Si las cosas se hacen debidamente y el plan resulta ser un éxito, será en gran parte porque los diferentes actores hacen a la vez de monitores internos, manteniéndose a raya unos a otros. El éxito del Plan Vivienda nos confirmaría la eficacia y eficiencia del trabajo en equipo, motivándonos a incorporar—por primera vez en mucho tiempo—un buen hábito socio-político a nuestra cultura.
También debemos de entender sobre el trabajo en conjunto y el Plan Vivienda, que nosotros [la ciudadanía] somos parte imprescindible del equipo. En primer lugar, la iniciativa nace para satisfacer nuestra necesidad y se acopla a nuestras expectativas en cuanto a lo que esperamos de las empresas e instituciones [públicas y privadas] que se nutren de nuestra sociedad. A la vez, nos corresponde a nosotros demandar transparencia y monitorear el desempeño de esta gran alianza. Tenemos que asegurar que la politiquería nunca manche este nuevo estándar, nuestra nueva forma de hacer las cosas y de fomentar el progreso integral de Nicaragua. Asimismo tenemos que asegurar que las viviendas sociales sean de buena calidad, que esta oportunidad no se preste para prácticas mafiosas por parte de los constructores y las municipalidades, que los banqueros no se quieran pasar de listos, y que los trabajadores nicaragüenses que aportan al INSS gocen las ganancias de esta inversión que se lleva a cabo con su dinero y sudor. Los dejo con una última e intrigante reflexión. ¡Que visión ha demostrado Bayardo Arce con este plan! Actúa como un hombre inteligente, pragmático y capaz. Supongo que dentro del Frente Sandinista hay otros y otras como él. Entonces, llegamos a la pregunta del millón: ¿por qué insiste Daniel Ortega en ser el caudillo que define el futuro de nuestro país y decide el destino de cada uno de nosotros según le da la gana? ¿por qué se lo permiten todos los demás?

Cortesia de: EL BUEN CHAVALO

miércoles, 13 de enero de 2010

Diversidad, divino tesoro…

“Nadie se baña en el rio dos veces, porque todo cambia en el rio y en el que se baña.”
Heráclito de Efeso

La diversidad es la clave del éxito de la vida misma. Basta con recordar algunas de las lecciones básicas que aprendimos en biología para entender esto. Los cambios, que por naturaleza acompañan al pasar del tiempo, y las durezas, inherentes en el entorno o ambiente, enfrentan a cada especie ante un gran reto llamado supervivencia. Dicho enfrentamiento solamente puede terminar de una entre dos maneras; o la especie en cuestión evoluciona o deja de existir. Existe un sinnúmero de factores, muchos de ellos incontrolables y totalmente impredecibles, que determinan bien la continuidad temporal de una especie a través de la adaptación y evolución, o su aparentemente inevitable ocaso. Entre estos factores se destaca la diversidad. Un patrimonio genético diverso se relaciona directamente con poblaciones fuertes y una cierta aptitud para sobrevivir, mientras que la falta de diversidad genética tiene efectos negativos en cuestión de adaptabilidad y hace más probable la extinción de una especie. Todos conocemos, de una u otra forma, los peligros de la consanguinidad tanto para un individuo como para una especie.

Consideremos entonces los beneficios de la diversidad dentro del contexto de las riquezas naturales de Nicaragua. Nuestro país constituye menos del 1% de la superficie del planeta, descontando los océanos, sin embargo alberga aproximadamente a 7% de su biodiversidad. En un país relativamente pequeño, tenemos bosque húmedo tropical, bosque seco tropical y bosque nuboso. Asimismo gozamos de playas espectaculares pero diferentes tanto en el Pacífico como en el Caribe. Sumemos a esta ecuación nuestros celebrados lagos y volcanes, y consideremos la gran variedad de cultivos que serían exitosos en los diversos suelos y climas de nuestras diferentes regiones. Queda en claro entonces que la diversidad biológica y la diversidad geográfica son características definitorias de nuestro entorno o ambiente como nicaraguenses. Más aun, resulta fácil concluir que dicha diversidad contribuye considerablemente al enorme potencial nicaraguense del que tanto nos gusta hablar sin poder ir—decididamente—mas allá.

Los beneficios de la diversidad no se limitan a la biología. Muchos de los países más exitosos se caracterizan por sus economías mixtas o híbridas, al igual que por la gran variedad de opciones políticas [Estados Unidos es una clara excepción en esto último] disponibles. Me parece tan obvio que todo tiene su lado positivo y su lado negativo. La diversidad nos permite conocer ambos lados de muchas diferentes ideas, ideologías o sistemas; luego podemos diseñar soluciones híbridas para nuestros problemas. La diversidad nos estimula y nos incentiva a buscar y encontrar los denominadores comunes. Nada sería más sano para nuestra joven democracia que el choque institucionalizado de diferentes ideologías y corrientes, resultando en una definición más incluyente y representativa del interés público y el bien común. Una Nicaragua de todos y para todos. La división de nuestra sociedad a causa de diferencias ideológicas no es más que una vil táctica de manipulación por parte de aquellos quienes buscan, a toda costa, retener el poder para velar por sus propios intereses. Unidos en la diversidad podríamos demandar a toda nuestra clase política que nos rinda cuentas, y podríamos hacer cumplir dicha demanda.

Nuestra Nicaragua goza de una abundante riqueza cultural gracias a la diversidad del legado de nuestros antepasados. Tanto nuestro país como sus habitantes son consecuencia del llamado mestizaje. El mestizaje es el proceso mediante el cual la gente y la cultura existentes en la Nicaragua precolombina se mezclaron con la gente y la cultura propias de los colonizadores para marcar el amanecer de una nueva gente y una nueva cultura. Es imperativo reconocer que este es un proceso continuo, el cual vivimos pero con mayores complejidades incluso al día de hoy.
Además es importante recalcar que el proceso de mestizaje puede ser tan destructivo como
constructivo, razón por la cual resulta doloroso y difícil para algunas de las partes. Le debemos al mestizaje [¿precursor quizás de la globalización?] nuestro Gueguense, las ciudades de Granada y León, nuestro arco iris de frescos y platos típicos, nuestros bailes folklóricos, la variedad de la obra de nuestros artesanos, y la inmensa calidad de nuestra tradición musical y nuestra tradición literaria incluyendo las contribuciones de los Mejía Godoy y Rubén Darío entre tantos otros. No olvidemos las inmensas riquezas culturales que contribuyen a esta mezcla nuestros compatriotas caribeños. Resulta evidente que la diversidad es algo que los nicarag¸enses llevamos en la sangre, y también que forma parte importante del factor humano [¿quizás el más determinante?] de nuestro enorme potencial.

A la misma vez le debemos al mestizaje ciertas costumbres y tradiciones—sobre todo características de nuestras culturas política, social y económica—que han socavado nuestros propios intentos de progresar como sociedad. Irónicamente, en nuestro caso este proceso de diversificación [el mestizaje] produjo un sistema [político, social y económico] excluyente y aislante, dentro del cual la diversidad es mal vista e incluso suprimida. Y así comenzó nuestra ineludible tradición de gobiernos que velan por los intereses de unos pocos a costas del interés publico. Y así nacieron las brechas sociales que nos quebrantan y debilitan como un ente colectivo capaz de hacer frente a todos los otros intereses que existen, en nombre del bien comán. Y entonces nos resignamos y renunciamos a la posibilidad de utilizar a la política como una herramienta para forjar una sociedad acorde a nuestros valores compartidos. Y entonces le dejamos la política como industria propia a hombres como Arnoldo Alemán, Daniel Ortega, y todos sus antecesores. Si reflexionamos un poco nos damos cuenta que renunciamos de forma pasiva a nuestro derecho y deber como ciudadanos nicarag¸enses; nuestro derecho y deber de fijar las metas del estado y monitorear el desempeño del mismo, tomando siempre en cuenta la diversidad total que nos caracteriza.

Se podría decir que el destino o quizás la providencia nos doto a los nicarag¸enses con la diversidad [biológica, geográfica, cultural, demográfica] necesaria para enfrentar los estragos del tiempo y las durezas de nuestro entorno, emergiendo más fuertes. Sin embargo, nos hemos traicionado a nosotros mismos al nunca lograr que nuestras voces, unidas en la diversidad, dicten nuestro proyecto social colectivo. Las voces que nos representan no son ni diversas ni independientes. Peor aun, se resisten al cambio. ¡Claro! ¿Por qué les interesaría a dichas voces que las cosas cambien? El oficio de político es muy cómodo en Nicaragua; no le rendís cuentas a nadie o casi a nadie, y te metés buen billete. Pero a nuestros políticos les va a fallar el cálculo más temprano que tarde. El tiempo pasa y todo cambia, y la diversidad de nuestras opiniones y nuestras ideas y nuestras aspiraciones y nuestras expectativas, va creciendo y buscando cómo y adónde expresarse. No nos pueden burlar o silenciar a todos. No pueden tapar al sol con un dedo.
Y la verdad es que a estas alturas los dinosaurios que son la mayoría de nuestros políticos están
al tanto de esto. Es por eso que se apuran al acumular cuanto más poder o dinero o influencia [que parecen ser la misma cosa] puedan antes de que se de una transición generacional que jamás podrían llegar a controlar.

Cada vez que fijo la mirada en nuestro horizonte colectivo me siento optimista, porque se que al paso del tiempo nada le detiene, y tengo fe en las numerosas y diversas voces de todos aquellos dispuestos a trabajar por una mejor Nicaragua. Quisiera concluir notando que la oportunidad [apertura, transición] que buscamos no es tan rara; de hecho ya hemos desperdiciado oportunidades similares en el pasado reciente. Pero para que esta vez las cosas sean diferentes debemos de trabajar, juntos, y forzar la apertura que necesitamos para que nuestra diversidad se convierta en agente de nuestro progreso. No esperemos que nos caiga del cielo, o que el ciclo actual alcance su caducidad, antes de actuar. Demostremos desde ya, ante las repetidas ofensas de nuestra clase política sin excepciones, que la ciudadanía nicarag¸ense puede velar por el interés publico. Comencemos por atesorar nuestras diferencias ideológicas, inyectemos a nuestro sistema [político, social y económico] de esa diversidad que corre por nuestros ríos y nuestras venas.

CORTESIA DE "EL BUEN CHAVALO"

lunes, 14 de diciembre de 2009

Poder Ciudadano

En una democracia, el cargo más alto es el cargo de ciudadano.”
Felix Frankfurter, Juez Asociado, Tribunal Supremo EE.UU.

Creo con convicción que el poder ciudadano es un componente indispensable de una democracia exitosa. Nuestra joven democracia nunca ha destacado por ser verdaderamente participativa y los controversiales Consejos del Poder Ciudadano (CPC) nos ofrecen—en teoría—una oportunidad de hacer algo al respecto. Los CPC se podrían convertir en esa herramienta, para definir las metas del estado y monitorear el desempeño del mismo, que tanto necesita la ciudadanía nicaragüense. Asimismo, los podríamos utilizar para enfrentar ciertos problemas que nos agobian a todos por igual y para los cuales jamás encontraremos soluciones integrales a través del estado u otras instituciones convencionales.
¿Qué son los Consejos de Poder Ciudadano? ¿Qué hacen? ¿Cómo funcionan? ¿Quién los integra? ¿Para quién son? Estas son algunas de las preguntas que inundan mi cabeza, pero antes de aventurarme a ofrecer respuestas me percato de la gran diferencia que probablemente existe entre la teoría y la práctica en este asunto. En teoría [me baso en los planteamientos de Rosario Murillo] son organizaciones comunitarias al servicio de todos los nicaragüenses [sin importar las tendencias políticas], integradas por la ciudadanía general y dirigidas por líderes de base [sin importar las tendencias políticas], que identifican y velan por el interés público e interceden en nombre de este ante las autoridades gubernamentales dentro del contexto de barrio, comarca o municipio. En la práctica no está tan claro y desconozco mucho sobre los CPC. Sin embargo tengo una idea definida y alentadora sobre lo que podrían llegar a ser. Esa es la idea que quiero compartir con ustedes.
Lo irreal y ridículo de la polarización política que nos agobia como sociedad es particularmente evidente en nuestras agrupaciones sociales nucleares. Tanto mi vecino como yo sufrimos la falta de seguridad en el barrio, o el mal estado del camino que nos dificulta transportar nuestros respectivos cultivos al mercado más cercano, o el mal servicio que brinda ENACAL a nuestro sector, o la mala administración del colegio de la zona al que acuden nuestros hijos, sin importar nuestras diferentes simpatías políticas. En este contexto la solidaridad deja de ser un instrumento retórico y cobra vida propia. En este contexto podemos aprender a organizarnos y a trabajar unidos para exigir que el gobierno de turno cumpla sus obligaciones para con nuestras comunidades. En este contexto los CPC deben de servir para incluir y no para excluir.
Si trabajamos por ello, los CPC se pueden convertir en la máxima expresión del interés público. El interés público es el mandato colectivo mediante el cual los ciudadanos definimos las metas del estado que nos debe de servir y el gobierno que nos debe de representar a todos por igual. A la vez los CPC pueden llegar a ser un órgano ideal para monitorear el desempeño y la transparencia de los servidores públicos y las instituciones públicas. Luego nos informarían sobre estos y estaría en nuestras manos el asegurar que nuestros líderes políticos nos rindan cuentas. Estas hipotéticas ocurrencias no son viables si no nos comprometemos a hacer el intento de convertirnos en ciudadanos participativos. En nuestra realidad actual ese intento pasa por tomarle la palabra a Rosario Murillo, quien ha expresado que “la única condición para formar parte de los CPC es tener una vocación de servicio.”
Muchas personas se pueden oponer a esta sugerencia argumentando que se estaría legitimando una de las turbias e ilegales medidas mediante las cuales Daniel Ortega y Rosario Murillo buscan imponer su sed de poder sobre nuestra democracia pichona. La verdad es que a los CPC los legitimiza el vacío que llenan. Quizás si todos hubiésemos sido mejores vecinos en un inicio, hubiésemos sido solidarios, nos hubiésemos preocupado por el bienestar de nuestras comunidades; quizás entonces tendríamos asociaciones de vecinos, y una cultura democrática-participativa, y lograríamos trascender las divisiones que nos atrasan a todos por igual. En fin, no estaríamos como estamos. El participar en los CPC supondría un enorme gesto de buena voluntad por parte de todos aquellos nicaragüenses que no somos sandinistas. Le estaríamos demostrando a nuestros contrapartes sandinistas que en efecto los vemos como nuestros hermanos nicaragüenses ante todo. Estaríamos revitalizando la confianza y el capital social que tanta falta hacen a nuestro proyecto colectivo.
Otras personas quizás sientan miedo y crean que sería peligroso tratar de participar en los CPC. Algunos dirán que es una pérdida de tiempo, que jamás nos dejarían involucrarnos si no somos sandinistas. Si hacemos el esfuerzo sincero de unirnos a los CPC para velar por los intereses de todos los nicaragüenses y nos reciben con violencia o indiferencia, restaríamos poder y eficacia a la retórica oficialista. Esto a su vez podría abrir los ojos tanto a simpatizantes del gobierno actual como a la gran cantidad de personas apáticas que todavía andan por ahí. También fortaleceríamos la convicción y el compromiso de todos los demócratas nicaragüenses.
Quiero finalizar estas reflexiones sobre el poder ciudadano tocando un serio problema, el cual creo [entre bastantes otros] los CPC nos podrían ayudar a resolver directamente. El índice de embarazos en adolescentes de Nicaragua es uno de los más altos de toda Latinoamérica. Esto es extremadamente alarmante, más aun si lo consideramos en conjunto con nuestro alto índice general de natalidad y las durezas sociales, económicas y políticas de nuestro país. Estas tendencias no son sostenibles y conllevan consecuencias severas para todas las partes; especialmente para las jóvenes que ven sus aspiraciones y posibilidades limitadas por falta de una buena educación sexual. Vamos directo hacia una crisis de proporciones nunca antes vistas. Hasta ahora, me parece que no estamos ni preparados ni dispuestos a enfrentar esta amenaza.
El estado ha demostrado su ineptitud en este tema a través de la deficiente educación sexual que ofrecen nuestros colegios. Sin embargo la verdadera culpa, me temo, recae en las madres y los padres de familia. Nos estamos quedando de brazos cruzados mientras nuestra juventud hipoteca su bienestar y el de futuras generaciones, todo por que el tema sexual es incomodo, difícil y pensamos que lo más conveniente es ignorarlo. ¿Qué tiene que ver esto con los CPC? En primer lugar, a través de los CPC podemos exigir a los colegios y al MINED un mejor desempeño en este tema. En segundo lugar, los CPC pueden trabajar de cerca con actores como ProFamilia y los movimientos de mujeres para impulsar campañas de comunicación social que inculquen en los jóvenes actitudes responsables hacia el sexo. Por sobre todas las cosas, los CPC pueden servir como un espacio en el que nos reunimos y compartimos nuestras respectivas experiencias como padres, así entenderíamos que estamos juntos en esto y superaríamos el tabú que nos impide actuar.
CORTESIA DE "EL BUEN CHAVALO"

sábado, 5 de diciembre de 2009

NICARAGUA

En los últimos 100 años los nicaragüenses hemos sido fieles a la tradición sangrienta y estéril de la polaridad, hemos estado siempre divididos, purgados, y perseguidos conservadores, liberales, sandinistas, contras, razones habrá para semejante disparate o simplemente somos una sociedad bipolar, confusa y trasnochada impotente de evolucionar.

En los últimos 100 años han muerto millares de nicaragüenses, héroes y mártires todas y todas, quienes de manera desinteresada vivieron y murieron en búsqueda de un cambio social, una Nicaragua diferente libre y justa. Estos muertos y sus luchas no quedaron olvidadas sino relegadas y despintadas en el nombre de una calle, hospital o escuela.

Triste y vergonzoso tributo a nuestros muertos, somos unos perversos vampiros chupando sangre de los ilusos, de los que tienen esperanza, de los valientes, de los hombres y mujeres repletos de ideales, de esos que estaban vivos y que murieron para que el resto de nosotros, muertos todos, en la apatía, en la desesperanza, el hambre y la pobreza extrema pudiéramos volver a vivir.

No, pero nunca es suficiente sangre, no hay sacrificio sublime que quede plantado en nuestra corta memoria social, nos hemos quedado todos y todas sentados, pasmados e impávidos viendo la historia pasar, necesitando siempre más sangre. Creyendo que honrar la vida de esos muertos ser concretiza en bautizar las escuelas, hospitales, centros de salud y calles para recordar su muerte, maldiciendo las mismas al destinarle míseros centavos al presupuesto social de la República, ¿qué honor tiene bautizar con el nombre de nuestros héroes una escuela sin techo, libros y repleta de niños hambrientos?.

Escribo a los que están muertos, porque los vivos están siempre cumpliendo con su deber de buscar la justicia, la libertad, repletos siempre de fe y esperanza comulgando con sus sueños de vivos y muriendo por los muertos. Tengo la esperanza de la resurrección de los muertos, que aprendamos de la historia, que detengamos la sangre, que exijamos nuestros derechos y cumplamos nuestros deberes de ciudadano, de no ausentarnos en las luchas, de exigir buenos gobernantes y que gobiernen por el bienestar de todos, de detenernos a excusar a los corruptos, de exigir cárcel para quienes están robando la salud y la educación del pueblo, de exigir que cada centavo del estado llegue a donde debe ir, a exigir empresarios responsables y honestos, a exigirnos no más muertos, a unirnos en un plan de nación que nos saque de la miseria, que respete y se alimente de las ideologías, se lo debemos a nuestros muertos, se lo debemos a nuestra juventud, a nuestros niños y a nuestros ancianos.

No merecemos ser enterrados en la misma tierra de nuestros héroes y mártires, si somos incapaces de respetar y continuar su legado en la construcción de una Nicaragua justa, libre y unida por el bienestar de todas y todos los nicaragüenses-
CORTESIA DE: "LA MOKUANA"

viernes, 27 de noviembre de 2009

ESPACIO POSITIVO, ESPACIO SEGURO

Los espacios seguros, espacios en los que los nicaragüenses podemos expresarnos libremente, son más pequeños y aislados cada día. Esto es evidente sobre todo en nuestra realidad política. Sin embargo nuestra libertad para expresarnos y manifestarnos es coartada con mucha más frecuencia y cotidianidad en todo tipo de ocasiones. Cuando queremos cuestionar las cosas, cuando queremos incitar las dudas de quienes nos rodean, es a menudo cuando más nos instan a callar. No es una conspiración paranoica; nada por el estilo. Simplemente vivimos en una sociedad en la que—como es el caso en tantas otras, incluso diría que en todas—se sobrevalora el status quo, se ridiculiza la fe en el cambio positivo y se nos presiona a aceptar el parecer establecido.

El problema es que a diferencia de otras sociedades, tenemos muchas menos posibilidades aceptables y por ende muchas menos posibilidades viables. Quizás es por eso que tendemos a resignarnos tan fácilmente de cara a nuestros problemas sociales crónicos. Quizás es por eso que el uso de morteros en marchas cívicas se justifica como parte de nuestro folklore. Quizás es por eso que toleramos e incluso promovemos que nuestra juventud consuma alcohol desde tan temprana edad. Quizás es por eso que el machismo y la homofobia siguen siendo parte de nuestra idiosincrasia. Quizás es por eso que con tanta frecuencia nos dedicamos a satisfacer lo que otros esperan de nosotros; por eso nos emparejamos con quien sea del agrado de nuestro círculo familiar y social, por eso estudiamos lo que quieren que estudiemos, nos dedicamos a lo que quieren que nos dediquemos, y vivimos nuestras vidas de acuerdo a valores que pocas veces cuestionamos. Quizás es por eso que nos cuesta creer que juntos podemos cambiar nuestro sistema político y definir nuestro propio destino.

No me malinterpreten. No es que sea un rebelde que quiere atacar la tradición y los valores de nuestra sociedad. Es claro para mi que los valores tradicionales son parte importante de quien somos y como somos. Muchas de las mejores cosas que hay en nosotros se las debemos a generaciones anteriores que lograron inculcarnos principios de gran valor. Simplemente estoy convencido de que el criterio propio e independiente del individuo debe de ser fuerte para que una sociedad logre progresar. Esto es indispensable para que la tolerancia y el respeto se conviertan en los más altos principios de nuestro proyecto colectivo. Esa tradición sí que valdría la pena.

Somos hijos e hijas de un nuevo mundo, de una nueva era. Hoy en día nos resulta más fácil relacionarnos e identificarnos con personas de todo el mundo, de todas las culturas, todas las religiones y todas las ideologías políticas. Hoy en día nos resulta más fácil aprender a ver lo que tenemos en común, lo que nos une, y también a atesorar nuestras diferencias. Las revoluciones tecnológicas en transporte y especialmente en comunicación pueden ayudarnos a estrechar las brechas que nos separan a unos de otros. Si esto es así a nivel mundial, con mucha más razón aplica a nivel nacional. Este es el momento en el que debemos de aprovechar los frutos de la tecnología para forjar un mejor futuro en conjunto.

El Internet nos abre las puertas hacia la creación de un espacio libre y seguro en el cual nos podemos expresar, manifestar y organizar a gusto. De eso se trata este proyecto. Y para concluir quiero dejar en claro que la seguridad de este espacio depende menos del anonimato y el aislamiento físico que nos presta el Internet, y más del positivismo que nos debe de unir. Un espacio positivo es un espacio seguro. Es cierto que nuestra faena pasa por denunciar y resistir los atropellos en contra de nuestra libertad y nuestros derechos. Pero debemos de ir más allá. De ahora en adelante nos corresponde proponer y construir un mejor mañana; nos corresponde forjar una alternativa que represente los intereses y aspiraciones de la mayoría que estamos insatisfechos con las actuales opciones políticas. En vez de quejarnos por la falta de líderes políticos, entendamos de una vez por todas que nos corresponde a cada uno liderar; comprendamos que los políticos deben de ser nuestro instrumento y no al revés.

Yo soy todo aquel quien quiere un buen sistema público de salud y educación. Yo soy todo aquel quien quiere que los gobiernos y los políticos de todos las tendencias y partidos rindan cuentas a la ciudadanía. Yo soy todo aquel quien quiere ver el día en el que nuestro sistema político se convierta en un apoyo y no un obstáculo para lograr las metas personales y colectivas. Yo soy todo aquel quien quiere una Nicaragua verde, sin basura en las calles y en la que se aprovecha al máximo el enorme potencial de energías renovables. Yo soy todo aquel quien está dispuesto a trabajar por la paz, el respeto, la tolerancia y la libertad. Yo soy todo aquel quien cree que en la diversidad radica el éxito. Yo soy vos. Todos somos los buenos chavalos. ¡Usemos nuestro espacio positivo, nuestro espacio seguro, para salir adelante!